La Cátedra Abierta Derecho a la Paz y Convivencia en la Diversidad y REDIPAZ (Red de Instituciones y de personas por la PAZ), proponen  reflexionar sobre los juguetes o juegos que elegimos para los  niños/niñas,  rechazando todo juego, juguetes o videojuego que promueva conductas violentas y/o que reproduzcan roles estereotipados entre mujeres y varones, que fomentan la discriminación y la desigualdad.

El juego es una necesidad básica en la vida de niñas y niños, una actividad fundamental para su desarrollo y aprendizaje. Razón por la cual, fue reconocido como derecho humano por la Convención Internacional de los derechos del niño, (CDN) en su art. 31 que dice: “Los Estados Partes reconocen el derecho del niño al descanso y el esparcimiento, al juego y a las actividades recreativas propias de su edad y a participar libremente en la vida cultural y en las artes…”

Abundante es la doctrina especializada sobre desarrollo infantil que destaca la importancia del juego en el desarrollo de los aspectos cognitivos, emocionales, sociales y comunicacionales de las infancias. El juego les permite expandir la imaginación, manifestar la creatividad, explorar el ambiente en el que se desenvuelven, afirmar los vínculos afectivos y socializar, entre otras cosas. Se puede afirmar que el juego durante la niñez es uno de los medios con mayor impacto para desarrollar habilidades y conocimientos a través de su propia experiencia. De aquí se deriva la trascendencia de los tipos de juguetes que se ponen a su alcance.

Los juguetes bélicos, entendiendo por tales los que son réplicas o semejantes a las armas, no son inocuos. Tampoco lo son, aquellos que fortalecen los roles estereotipados entre mujeres y varones, o los que fomentan la discriminación y la desigualdad.

Los juguetes que imitan las armas, y los juegos o videojuegos que promueven los enfrentamientos armados o la desaparición del otro, enseñan que la violencia es un camino válido para ganar, resolver conflictos, establecer interacciones de jerarquía y superioridad; fortalece además el concepto del otro como enemigo.

Si se gana el juego, eliminando al otro, (sea una persona, un monstruo, un animal) no solo se está banalizando la muerte, sino que nos encontramos ante proceso de aprendizaje de lo que es la deshumanización, donde el otro humano se transforma en un medio para alcanzar mi objetivo.

Matar, nunca puede ser un juego. La valoración y defensa de la vida, en todas sus manifestaciones, debe ganar la centralidad en un nuevo paradigma civilizatorio.

La solo circunstancia que un niño o niña juegue con  juguetes bélicos , no lo convertirá en una persona violenta, pero si se puede afirmar que la exposición reiterada a manifestaciones de violencias y poner en acción  juegos violentos, no es inocuo y trae  alguna de las siguientes consecuencias:   desensibiliza ante el sufrimiento provocando un “vacío empático” ; se naturaliza la violencia como medio para resolver conflictos y alcanzar objetivos; se refuerzan conductas agresivas y discriminatorias;  se internaliza  que quien tiene el poder  puede abusar de él;  que   el más fuerte o poderoso es el que  siempre triunfa debilitando la   compasión por los más débiles.

Es por ello que, la Cátedra Abierta Derecho a la Paz y Convivencia en la Diversidad y REDIPAZ (Red de Instituciones y de personas por la PAZ), invitan a:

  • Elegir la vida sobre la muerte y la destrucción.
  • Elegir los juegos de cooperación y trabajo en equipo.
  • Juegos que desarrollen autonomía y empoderamiento pacifista:  valores, convivencia en la diversidad, habilidades creativas y pensamiento crítico.
  • Abandonar colores y tipo de juguetes exclusivos de género (rosa para nenas, celeste para nenes; muñeca para niñas y pelotas para varones; cocinitas para nenas y pistolas para varones)
  • Juegos que promuevan la corresponsabilidad del cuidado de la vida en todas manifestaciones